viernes, 14 de marzo de 2008

AGONIZAN LOS RIOS

JUAN ANTONIO SARASKETA

A pesar de ser muchos los cazadores que terminada la temporada cinegética dejan tristes la escopeta para coger la caña, los problemas en el río no dejan de ser menores. Sobre todo esta temporada donde la falta de agua va a ser determinante, a no ser que marzo o abril nos deparen nevadas importantes. Así y todo el mal está hecho en algunas frezas con bajo caudal, fruto de un otoño muy seco, donde los cormoranes -sin controlar en algunas comunidades- campan por sus reales esquilmando las poblaciones de alevines. Preocupa también el bajísimo nivel de muchos embalses que cubren intereses privados así como los manidos vertidos, las minicentrales, las especies foráneas, la hibridación, la calidad de las aguas y un sinfín de despropósitos que requieren urgente solución. A nos ser que una vez más se pretende responsabilizar a los pescadores de la incompetencia institucional, como es el caso de Navarra donde se ha prohibido la pesca de la trucha en los ríos de la Zona Norte. Mal asunto este de prohibir como única solución a una falta adecuada de gestión. Una derrota en toda regla y un precedente de consecuencias imprevisibles es el hecho de que en más de mil kilómetros de río truchero se tome una decisión desacertada.Por el contrario nadie duda que la única solución, a largo plazo pero con futuro, pasa inexcusablemente por repoblar determinado río con alevines nacidos de reproductores capturados en el mismo -difícil y caro- potenciando igualmente en determinados lugares la pesca sin muerte. Cuánto echo de menos en la caza esta posibilidad de darles a los animales la vida que se les ha quitado, al menos a determinadas especies. Sería la gran solución a algunos problemas, pero de momento no existe la munición adecuada, aunque todo se andará. En cuanto a los salmones, tanto en Asturias y Cantabria como en Galicia, la entrada ha sido buena, debido posiblemente a la compra de cuotas en el mar de Irlanda. Ahora bien, la nieve debe aparecer en breve en las montañas para que la temporada se sustente en unos ríos con buen caudal. En definitiva, un futuro incierto para una legión de cañistas en unos ríos heridos e incapaces de generar vida. No hubiese sido malo que los pescadores hubiesen acompañado a los cazadores el pasado 1 de marzo en la Castellana de Madrid para intentar paliar estos problemas.





JUAN ANTONIO SARASKETA//EL CORREO

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