SI NO HUBIERA CAZADORES....HABRIA QUE INVENTARLOS

Álava
Los cotos auguran que habrá que contratar tiradores para controlar a la fauna salvaje
25/03/2008 Diario de Noticias Garikoitz Montañés

La caza cada vez cuenta con menos adeptos en Álava. Ya sea por el apego al asfalto, el triunfo del ecologismo proteccionista o la simple falta de interés, lo cierto es que las cifras hablan por sí solas. De las 13.000 licencias de hace quince años se ha pasado a las 8.000 actuales, y la media de edad del cazador supera con claridad los 50.
Sin embargo, los balances de capturas de la caza mayor -ciervo, corzo y jabalí- siguen una línea apabullante de crecimiento. Desde la Asociación de Cotos de Álava (ACCA) no ven estos apuntes como una contradicción, sino como dos patas de la misma situación. Si los cazadores siguen a la baja y las presas al alza, la entidad augura que habrá que contratar tiradores para reducir esta población de fauna salvaje. La caza mayor podría considerarse la elite de esta afición. Lo habitual es que los batidores novatos comiencen por la caza menor y después pasen a mayores. Pero la falta de piezas como perdices, liebres o conejos -la transformación del mundo agrario ha cortado su expansión, que depende de las zonas de cultivo- ha multiplicado las capturas de caza mayor. Y es que, según opina el técnico de ACCA Florencio Markina, la pérdida de actividades en el monte ha potenciado la presencia de estos animales. Álava cuenta en la actualidad con unos 4.000 ejemplares de jabalí, un balance que convierte al cerdo salvaje en el referente cinegético de la provincia. En la campaña de 2006 a 2007 se cazaron 1.768, por los apenas 300 que se abatieron veinte años antes. En cuanto al corzo, con 3.000 animales, las capturas de machos y hembras rozaron los 290 piezas en 2007; en 1995, por ejemplo, se quedaron en 15. La situación de este mamífero es especial, puesto que, hasta mediados del siglo XX, prácticamente había desaparecido del territorio. Después, tras extenderse desde Cantabria, se volvió a abrir la veda, pero sólo en la zona Este de la provincia. En la actualizad, incluso mueve turismo cinegético en Álava, al atraer al año a más de un centenar de personas y generar 15 puestos de trabajo -guías para la caza-. El ciervo es un caso aparte. Sus capturas se erigen en las únicas con una tendencia constante, porque desde hace una década se controla su población. Ahora sólo se permite abatirle en el entorno del Gorbea. En la temporada de 2006 a 2007 hubo 99 capturas; de 2001 a 2002, 102. "Un ciervo puede llegar a pesar 200 kilos, y su nivel de alimentación es similar al de una vaca. Imagina qué podría pasar con ciervos sueltos en zonas de cultivo", plantea Markina. El control de la población de estos animales, según apunta este doctor en Ciencias Biológicas, resulta vital. Los cazadores ejercen ese "papel necesario", por lo que lamenta que se les presente como "unos bárbaros". A comienzos de mes, de hecho, miles de cazadores participan en Madrid en una manifestación contra la Ley de Patrimonio Natural. En su opinión, esta normativa del Ministerio de Medio Ambiente dará el golpe de gracia a la caza. sin relevo generacional "Son gente que va al monte durante el fin de semana porque les gusta la naturaleza y pasar un tiempo con sus amigos", explica. Cada vez ese plan convence a menos alaveses, sobre todo entre los jóvenes. Cada año se presenta al examen para obtener la licencia de caza una veintena de personas, pero abandonan la escopeta por edad entre 300 y 400 cazadores. El relevo generacional parece inalcanzable y Markina augura que, en diez o quince años, habrá que contratar cazadores para controlar a estos animales. No se trata de un hecho aislado en el Estado, ni siquiera en Europa. En Gran Bretaña ya se ha bautizado a a estos mercenarios de la caza -pagados por el gobierno- como stalkers . Lo que tiene claro Markina es que dejar estas razas a su libre albedrío tendría consecuencias "muy graves" para los cultivos. "No iban a quedar ni las flores", sentencia

Fuente: Club-caza/Diario de noticias