viernes, 25 de abril de 2008

MOMENTO CLAVE

Es difícil que en política llueva a gusto de todos, máxime para aquellos que se cobijan bajo el paraguas del oportunismo y la subvención. No están contentos los ecologistas con la destitución de Cristina Narbona como ministra de Medio Ambiente. Fueron de su mano durante la pasada legislatura y ahora manifiestan «públicamente su descontento por el cambio». Hacer leña del árbol caído no es bueno. Pero son cosas de la política y quien juega a ello sabe bien de sus pros y sus contras. Por el contrario, los cazadores en principio ven en Elena Espinosa un perfil más gestor, más realista, menos político que el de su antecesora en el cargo. Narbona, en vez de contar con la colaboración de aquellos a quienes afectaban sus decisiones, no dudó en enfrentarse a ellos. De ahí la gran manifestación pacífica y plural de cazadores y agricultores.Todas sus decisiones han sido cortapisas de tinte ecologista para parar proyectos que se reclamaban con urgencia en las distintas comunidades. Espinosa, por el contrario, mientras Narbona aconsejaba moderación en las cuotas pesqueras, lograba en Bruselas cupos de pesca superiores a los recomendados. Para los intereses de los pescadores, da la impresión de que se abre una nueva etapa más esperanzadora. Se van cumpliendo los pasos de la manifestación. De todas formas, habrá que recordarle la lista de reivindicaciones leídas en la Castellana. A buen seguro que las tiene en su poder. Esperemos que no haga falta recordárselas por otros conductos por nadie deseados. Temas sangrantes para los cazadores vascos como la reducción de fechas para la caza de migradoras -codorniz, tórtola, becada, palomas- y sobre todo la prohibición de la contrapasa, demonizada injustamente por jueces y ecologistas, nunca van a ser admitidos por un colectivo que se siente pisoteado. ¿Sabrá alguien en Madrid qué es realmente esto de la contrapasa? Lo dudo. Las leyes de la naturaleza hay que dictarlas desde planteamientos conservacionistas y no desde la visión sensiblera de un grupúsculo de personas que no comulgan con la práctica de la caza. En definitiva, mano tendida, en un momento clave donde las razones deben primar sobre las excusas

J.A. SARASKETA

Fuente: El Correo

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