viernes, 9 de mayo de 2008

Corzos en mayo

Mayo para los cazadores es sinónimo de ilusión, de espera contenida de corzos. Este pequeño ungulado suscita una especial atracción. No en vano, esta modalidad del rececho exige desarrollar todos sus conocimientos para materializar por sí solo un posible lance. A diferencia de su hermano mayor el ciervo, bien por su pequeño tamaño -28 kilos como máximo-, bien por las múltiples precauciones que adopta, exige al cazador un conocimiento exhaustivo de su hábitat, manejo del rifle y arte del acercamiento. La presencia de este 'duende del bosque' está siendo una constante prácticamente en toda la Península Ibérica y sus poblaciones en progresión hacen que el número de recechistas vaya en aumento. Por cierto, siempre interesante al tratarse de una modalidad selectiva donde la calidad y el buen hacer priman sobre la cantidad. No cargarse de aire, mantener el sol de espaldas y situarse de noche en el lugar donde al amanecer se supone que va a ramonear es primordial para el recechista. Si posteriormente hay que patear el monte revisando praderas y pastizales, procede hacerlo muy despacio, intentando aprovechar la orografía para ocultarse y, sobre todo, insistiendo con los prismáticos en zonas querenciosas antes de aventurarse a caminar. Donde hace 10 segundos no había animal alguno, al enfocar nuevamente los prismáticos aparece inmóvil la esbelta silueta del corzo como salido de la tierra. Todos sus movimientos son lentos y muy meditados, guardando la distancia prudente ante un imprevisto peligro. Detectado el cazador, el corzo ladra en lo que simplemente puede tratarse de un acto que manifiesta su dominio de la zona ante un próximo competidor. Sea como fuere en su pequeño ordenador tiene procesados todos los ruidos del bosque y el lugar donde se halla la más pequeña de las piedras o ramas. Las orejas le funcionan como la pantalla de un radar de última generación, la vista es otro prodigio de esta joya biológica y el olfato para sí lo quisiera el más fino de los sabuesos.


J.A.SARASKETA


Fuente: El Correo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los corzos empiezan a abundar por toda la geografía vasca como escribió Sarasketa en su primer articulo en el Correo.