jueves, 22 de mayo de 2008

Especies foráneas

J.A. SARASKETA


El día 15 de junio, el campo de aviación de Dima acogerá la XVI edición del Día del Cazador y Pescador. Un evento en el que los cazadores, a consecuencia de la gran manifestación de Madrid, están más esperanzados que los cañistas. Es normal que éstos estén aburridos de sacar truchas de repoblación. No les motivan, les falta encanto y dificultad. Los hay incluso que, deprimidos y desesperanzados, han colgado las cañas. La pesca debe ser una asignatura pendiente ajena a una casuística rutinaria o a la lógica aprendida en unos pocos días. Los buenos cañistas afirman sin falsa modestia que siempre hay que estar aprendiendo algo cuando se mete uno en el río. Sin embargo, con estas inocentes que entran a un pedazo de pan según toca el agua, ¿quién puede aprender algo o estar medianamente ilusionado?
Así y todo la Administración, deseosa de cumplir con un colectivo con un refrendo social aceptable, no escatima sueltas, consciente de que los ríos no tienen capacidad de generar toda la vida que se les exige, a pesar de que existe mucho más respeto hacia ellos y los vertidos se canalizan casi en su totalidad hacia las depuradoras. ¡Buen barómetro éste de la limpieza de los ríos para medir el nivel cultural de los pueblos!
Afortunadamente, contamos también con grandes masas de agua como los pantanos, donde entre unos y otros hemos conseguido con nuestra portentosa sapiencia hacerlos mucho más rentables y productivos. Donde antes sacaba un pescador en una jornada cuatro o cinco pintonas autóctonas y de buen tamaño, ahora llena el saco de lucios y basses. Buen cambio. Tíos listos aquellos ingenieros de secano que introdujeron en sus aguas predadores foráneos de 'fórmula uno' para competir con utilitarios del país. Vini, vidi, vinci y se jamaron las truchas. Ahora no vale llorar ni aportar la callada por respuesta a la espera de un milagro que termine con esta plaga. Tendrá alguien que ponerle el cascabel al gato, aunque no sea responsable de sus desmanes, antes de que invadan todos los ríos. Sería bien aceptado por pescadores y conservacionistas permitir en determinados pantanos la pesca durante todo el año. Conseguirían medianamente regular lucios y basses, cubriendo un vacío importante del ocio de miles de pescadores. Hay que romper moldes y ser valiente.
¿Supone tanto trabajo administrativo posibilitar la pesca de especies foráneos todo el año? Si ya se hace en muchas zonas con buenos resultados, ¿por qué no se habilitan los pantanos alaveses? De lo contrario, pescar una trucha autóctona va a ser poco menos que un milagro.


Fuente: El Correo

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