J.A.SARASKETA
La primavera eterna promesa de futuro nos ha deparado en forma de abundantes lluvias unos campos y montes preciosos donde el cereal y los pastizales han alcanzado su máximo esplendor. Esperemos que allá por agosto, llueva también un poco y las bellotas tanto de haya, roble, encina y alcornoque crezcan correctamente. Este resurgir de la Naturaleza revierte de manera importantísima en el devenir de especies mayores y menores. Jabalíes, corzos, ciervos, gamos, muflones, monteses, arruis y en menor medida rebecos experimentan con la montanera al igual que las torcaces pura energía para soportar las penurias del invierno.
En cuanto a las menores, en principio, la abundancia de vegetación cobija un sin fin de invertebrados, soporte alimenticio de perdigones durante su primer mes de vida.
El agua de lluvia salvo cuando arrolla -pocas veces si la tierra no traga o las pendientes son pronunciadas- es una bendición de Dios, incluso en invierno si no es muy persistente en el tiempo. Son muchos los pequeños manantiales de montaña todavía secos desde hace 15 ó 20 años a los que estas aguas primaverales les van a nutrir, lo suficiente, para que su entorno pueda criar determinadas especies de alta montaña. Lo lógico y adecuado para los animales pasa inexcusablemente porque las distintas estaciones denoten sus peculiaridades meteorológicas. De lo contrario, como bien dicen los pastores, «al invierno no se lo lleva el lobo» porque, aunque tarde, llegará.
Cambiando de tercio y en relación al desagradable incidente ocasionado por siete, siete personas en la pasada fiesta del Cazador y Pescador, permítanme un simple comentario para no darles a estos personajes el protagonismo del que a todas luces carecen y buscan con fruición. Puedo admitir e incluso comprender que haya gente que no comulgue con nuestras aficiones, pero de ahí a que irrumpan en una fiesta multitudinaria y respetuosa con pancartas llamando ASESINOS a sus participantes denota el talante de estos sujetos.
En cuanto a las menores, en principio, la abundancia de vegetación cobija un sin fin de invertebrados, soporte alimenticio de perdigones durante su primer mes de vida.
El agua de lluvia salvo cuando arrolla -pocas veces si la tierra no traga o las pendientes son pronunciadas- es una bendición de Dios, incluso en invierno si no es muy persistente en el tiempo. Son muchos los pequeños manantiales de montaña todavía secos desde hace 15 ó 20 años a los que estas aguas primaverales les van a nutrir, lo suficiente, para que su entorno pueda criar determinadas especies de alta montaña. Lo lógico y adecuado para los animales pasa inexcusablemente porque las distintas estaciones denoten sus peculiaridades meteorológicas. De lo contrario, como bien dicen los pastores, «al invierno no se lo lleva el lobo» porque, aunque tarde, llegará.
Cambiando de tercio y en relación al desagradable incidente ocasionado por siete, siete personas en la pasada fiesta del Cazador y Pescador, permítanme un simple comentario para no darles a estos personajes el protagonismo del que a todas luces carecen y buscan con fruición. Puedo admitir e incluso comprender que haya gente que no comulgue con nuestras aficiones, pero de ahí a que irrumpan en una fiesta multitudinaria y respetuosa con pancartas llamando ASESINOS a sus participantes denota el talante de estos sujetos.
Fuente: El Correo
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