lunes, 28 de julio de 2008

Algo pasa con el corzo

El abc de la caza del corzo es caminar poco y observar mucho. Así lo da a conocer en las primeras zancadas por las faldas del Gorbeia el cazador de Orozko, Mikel Torné. Comienza un día de caza.
MIKEL Torné es campeón de caza menor. DEIA le acompañó en un rececho, modalidad que se practica en todo el mundo. Consiste en la búsqueda de un animal seleccionado por su trofeo, o simplemente la búsqueda de un animal para darle caza, efectuando luego un acercamiento sigiloso a la misma para darle muerte. Esta vez, el animal el elegido es el corzo, ejemplar que este año en Bizkaia ha estado en boca de los políticos junteros. Lo cierto es que, pese a que la temporada acabó hace casi un mes, aún no se conoce el número de capturas de estos animales en Bizkaia. Algo pasa con el corzo. La jornada en busca de un macho (las hembras no se pueden cazar) comenzó a las 19.00 horas, según las campanas de la iglesia de Orozko. Un Terrano nos llevó a la zona de Usabel. Los prismáticos nos ampliaban el horizonte en busca de una mancha marrón entre una demasiado frondosa vegetación. Los cinco sentidos van tomando más importancia, según se comienza a caminar por una pista y al adentrarnos en la espesura de helechos y árboles. No hay mucho que caminar pero lo que sí hay que ser es muy observador. Teníamos permiso para buscar un corzo que mostrar a nuestros lectores. Era conveniente andar con el viento de cara, para que no nos oliera la fauna. Un afable Mikel deja claro desde el principio que encontrar un corzo y cazarlo en los parajes vascos es casi imposible. "Es una caza de fortuna. Muy difícil con tanta cobertura vegetal", argumenta. No se justifica. Los pequeños animales, de la altura de un helecho, afinan oído y olfato porque saben que "se juegan la vida". "Habremos pasado por delante de unos cuantos y no les hemos visto, cuando ellos nos estarán contemplando", asegura Torné mientras comienza a recorrer el impresionante paraje de color rojizo. "En Burgos, entre trigales, puedes seguirles y la complicación es mínima", compara. Tras tanto roble, haya y arbustos, llegamos a una zona de pinos que abre el horizonte al cazador. Corre una leve brisa mientras el sol toca ya el horizonte. Silencio. Pisamos mullido por primera vez, después de gravilla, lodo y de saltar alguna que otra alambrada. Torné ve algo, la escopeta truena. Una bala, la segunda. Guarda la tercera y última. En dos segundos un animal ha huido, saltado. Mikel corre frustrado hacia la nada, hacia una alambrada, hacia la frondosidad más absoluta. Hemos estado ante un corzo pero los numerosos pinos, de forma paradójica, al tiempo que facilitaban la visión, entorpecían el disparo. Llevamos tres horas andando: subiendo, bajando, rastreando... Aunque no ha habido suerte, se intuye que Mikel es un cazador de lujo, aunque él se califique "del montón". Empieza a echarse la noche encima, pero queremos continuar. Recarga balas de calibre 30.06, de guerra americana, que cuestan cada una 1,8 euros. Más charcos y arbustos mojados. Aparecen dos ciervos que alegran la vista y alimentan la posibilidad de hallar otro corzo. Volvemos a la zona en la que había habido suerte. A saber dónde estará el corzo. No hay rastro, tampoco sangre. Consumimos el último 'cartucho'. Bajamos hacia el Terrano por una zona más complicada y nos sorprende un ruido a nuestras espaldas, pero nada. Ni rastro. Hoy un corzo ha salvado su vida.

Fuente: DEIA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buenas, bonito blog que te has montao pajÁro. Reivindicativo como todo que haces, relajate un poco y disfruta más de lo que te gusta.

Un saludo.

Rokican.

P.D si quitas la verificación de la palabra será más fácil participar.