miércoles, 23 de diciembre de 2009

Becadas

Diciembre es un mes eminentemente sordero. Atrás quedaron las siempre difíciles perdices, aunque todavía los cazadores mas constantes y preparados siguen sudando la camiseta a pesar de los gélidos días invernales. Todo un referente para los mas acomodados.

Así como la perdiz es la reina de la avifauna ibérica, para muchos aficionados norteños la becada por estas fechas es la niña de sus sueños. Con el perro por delante desde que amanece hasta que oscurece no escatimarán esfuerzos para cumbrear barrancos y laderas en busca del pájaro de los ojos aterciopelados. Dependiendo de los vientos dominantes del lugar, las becadas están dando satisfacciones, aunque es muy complejo cubrir las exigencias de todos los aficionados, sobre todo de aquellos que no poseen un buen perro sordero. La becada es una emigrante muy especial, que no tiene nada en común con las migratorias típicas que efectúan sus desplazamientos en fechas fijas e independientes de las condiciones climáticas. Su salida de los lugares de nidificación, sus paradas en las regiones de paso y su llegada a la de invernada dependen de las condiciones del tiempo en las zonas respectivas. Las dificultades que encuentran al volar contra viento acarrea siempre notables desviaciones de la dirección adquirida en el momento de iniciar la migración. Algunas veces se efectúa sobre itinerarios no preestablecidos sino sobre un amplio frente, con una enorme diseminación en forma de abanico que impide la superpoblación en las zonas de invernada. De la misma forma que algunas becadas de una determinada región donde nidifican, intentan - si el tiempo lo permite- reducir sus desplazamientos al mínimo y detenerse a lo largo de la vía migradora donde el alimento las ofrezca la esperanza de pasar el invierno. Todo cuanto rodea a este enigmático pájaro suscita al becadero una atracción especial. Una simple captura - siempre difícil- después de una electrizante puesta en la soledad del bosque supone haber cumplido con las exigencias de un cazador que se viste por los pies, selectivo y conservacionista donde los haya.
J.ANTONIO SARASKETA

Fuente: EL CORREO

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