jueves, 6 de mayo de 2010

Caza mayor en estado puro

El rececho del corzo examina a fondo los conocimientos y pericia del cazador en cada salida que debe ser modélica, ya que necesitará un disparo certero

Recechar al corzo supone mucho más que echarse un rifle al hombro y salir a ver si se topa con el más pequeño de los cérvidos europeos e intentar abatirle de un preciso disparo. Supone una específica forma de entender la caza que en cada jornada pone a prueba los conocimientos, pero también las facultades físicas y por supuesto la habilidad del cazador, por no hablar de su talla ética-cinegética. Para dar con un corzo resulta preciso conocer bien sus costumbres y comportamientos; además del terreno específico donde se desarrollará el rececho, a lo que se deberá añadir una buena dosis de conocimiento, intuición y experiencia; "saber leer" el monte, como dicen los veteranos. Después de este bagaje, en el que también a veces la suerte resulta decisiva, el cazador tendrá que saber acercarse al corzo hasta ponerse a una distancia razonable para intentar un disparo, que deberá ser certero, ya que rara vez habrá una segunda ocasión una vez alterado el entorno con la primera detonación.

Estamos en pleno ecuador de la campaña del rececho, iniciada en Bizkaia el 12 abril y que durará hasta el 16 junio. Y no se trata ésta precisamente de una modalidad en la que cada cazador, que deberá contar con permiso específico, personal e intransferible, haga lo que le dé la gana. De hecho en este territorio deberá ir obligatoriamente acompañado en los dos días de que dispone por un guarda y cazará en zonas específicas. En otras provincias próximas, como Burgos, el cazador podrá ir solo pero también deberá llevar una autorización propia y un precinto para poner en la cuerna una vez abatido el ejemplar, para evitar fraudes o la captura de más corzos para los que tiene permiso.

GESTIÓN

Todo esto hace veinte años en Euskadi, y más en Bizkaia, era casi mentar la ciencia ficción, teniendo que salir a recechar a comunidades vecinas, especialmente castellanas, donde sí había corzos, menos pero de forma más estable.

En Bizkaia en estos cuatro lustros se ha pasado de apenas tener algún corzo llegado de territorios colindantes a contar con una estupenda población de este cérvido. Cuando Juan Antonio Sarasketa escribió que Euskadi reunía las condiciones para ser un paraíso para los corzos algunos le tacharon casi de demente, incluso por escrito. La acertada política de repoblaciones de la Diputación de Bizkaia desde comienzos de los años noventa, unido a un buen sistema de gestión, ha invertido la situación ya que ahora muchos cazadores españoles quieren cazar "los corzos del norte" a unos precios más asequibles y en unos parajes espectaculares. Los vizcainos pagan 133 euros por permiso y si son agraciados en el sorteo, y 149 más si hay captura, cantidades que para los no vizcainos se duplican hasta 265 y 298 euros. Cifras muy razonables en este sector. Al final, es una iniciativa surgida de cazadores y bien gestionada por el ente foral que ha devuelto una riqueza faunística al territorio cuya gestión incluso se puede exportar.

ENEMIGOS

Pero esta modélica forma de caza también cuenta con sus propios enemigos: por supuesto, los furtivos, que siempre los hay. Y que en algunos casos vienen motivados por la creciente "trofeitis" esto es, querer conseguir a toda costa un mejor trofeo que otorga las medidas de la cuerna. También hay que añadir los avances tecnológicos, con armas mucho más precisas y nuevas ópticas con medidores de distancia incluidos, que cada vez hacen más fácil doblar el dedo índice con mayores porcentajes de éxito, a distancias impensables hace apenas diez años. Convertir en tan desigual la batalla entre la pieza recechada y el cazador, seguramente a la larga redundará en contra de éste, si no se mide bien la ética cinegética de cada lance.

J.ATXA


DEIA

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