viernes, 1 de junio de 2012

Pistas para elegir al compañero ideal


A menos de tres meses del inicio de la media veda, allá para mediados de agosto, son unos cuantos los que poco a poco van teniendo en mente retomar los preparativos, donde el estado de forma de los perros, parados desde enero, tiene una parte importante. Y otros cuantos, es por estas fechas cuando comienzan con calma a buscar el relevo generacional canino, normalmente acompañado por la edad del titular y por ir creando a un sustituto de garantías para el monte o el campo: toca elegir un cachorro.

En nuestro ámbito vasco, normalmente la preferencia de cada cazador sobre las razas a elegir estará ya echada, con una clara prioridad para las razas inglesas; setters y pointers; seguido de las continentales, con los espaniel bretón y bracos por delante. Y es justo aquí cuando surge una cuestión que asalta a ciertos cazadores. Con los dineros que cuestan actualmente los acotados, ¿puede arriesgarse uno a iniciar la campaña con un perro joven, más o menos adiestrado por uno mismo, sin poder garantizar ni mínimamente sus resultados? También en estos términos hablamos siempre desde la calidad, que no de la cantidad. De que el perro trabaje en condiciones, saque lo mejor de sí mismo y sepa dar con las piezas, las bloquee y permita que se desarrolle la acción de caza, y no necesaria ni únicamente de la cifra final de capturas.

A la vista de cómo vienen este mes las páginas de anuncios de las revistas especializadas, cada vez aumenta más el espacio dedicado al sector del perro, y sin duda no sólo porque haya oferta, sino también porque existe demanda. Afijos, pedigríes, cachorros iniciados hasta con seis meses y diversas líneas de campeones se juntan en esas páginas de anuncios. Hay quien prefiere, dinero en mano, equiparse con uno de estos canes ya hechos, incluso en muchos casos garantizados, o sea, que se pueden cambiar si no ofrecen lo esperado, aunque eso sí, siempre con unos cuantos euros -hasta varios miles incluso- de por medio. Dependerá de a quién y qué perro se compre.

Aquí también es donde se puede medir la talla de cada cazador en concreto. Y ver si el can comprado será solo una herramienta más, como unos pantalones o unas botas, por poner sendos ejemplos intrascendentes, o por el contrario si el perro será el eje de la actividad de la caza, un compañero con mayúsculas en los próximos años de actividad. En el otro lado justo opuesto, están los cazadores que confiarán en las maneras del cachorro que buscan o adquieren, acompañados por buenas referencias genéticas y, desde los dos meses o poco más, se convertirán en el referente del animal nuevo compañero de andanzas. Aquí serán necesarios elementos imprescindibles como el tiempo a dedicar, conocimientos de la crianza y adiestramiento del perro en general, y del de caza en particular, además de generosas dosis de paciencia para ir poco a poco avanzando en esta paulatina enseñanza.

Siempre sin llegar a asustar a nuestro nuevo compañero, el proceso educativo suele evolucionar mejor siempre errando por defecto que por exceso. Muchos perros prometedores se estropean porque su amo no ha sabido estar a la altura de las circunstancias en esta fase educativa. También hay quien recurre a adiestradores profesionales, por cierto, que en Euskadi los tenemos y muy buenos, para adelantar y mejorar esta fase obligada del adiestramiento.

Siempre será más fácil calmar a un perro fogoso que motivar a uno distraído o desinteresado, teniendo presente el máximo respeto y cariño a nuestro futuro compañero de andanzas. Los que son capaces de hacer buenos perros de esta manera, paso a paso y desde cachorros, aseguran que estos no tiene nada que ver con los comprados y adiestrados. Pero en esto siempre hay quien tiene más prisas o prefiere garantizar los resultados.
J.ATXA

DEIA

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